El castillo de Himeji está considerado una obra maestra de la arquitectura japonesa del siglo XVII. A pesar de su elegante apariencia externa, su complejo sistema de defensa revela que la construcción se ideó como fortaleza militar estratégica. El castillo de Himeji se halla en un hermoso estado de conservación pese a los cerca de cuatro siglos desde que fuera construido; en 1993 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El torreón principal junto con el torreón del este, más pequeño

Una fortaleza inexpugnable construida para reprimir el poder de Toyotomi y sus seguidores

El castillo de Himeji, con sus imponentes torreones y torretas, y su impoluto exterior enyesado, ha sido comparado con la elegante garza blanca, de la que recibe su apodo: Shirasagi-jo (castillo de la Garza Blanca). En todas las estaciones y desde todos los puntos de vista, el castillo se alza contra el cielo azul o cabalga sobre olas de cerezos en flor: su majestuosa apariencia nunca deja de impresionar.

La apariencia actual del castillo de Himeji se estableció a principios del shogunato Tokugawa, en el siglo XVII, pero los comienzos de su historia como castillo son muy anteriores. En 1333 un gobernador provincial llamado Akamatsu Norimura construyó, según se cree, una fortaleza en la colina Himeyama, donde el torreón principal del castillo se encuentra ahora. Posteriormente la fortaleza cambió de manos con rapidez, de una familia a otra. Durante el periodo Sengoku (de estados en guerra, 1467-1603), Toyotomi Hideyoshi se apoderó de la edificación y comenzó a fortificarla con un muro de piedra que rodearía el castillo de tres niveles, con la intención de convertirlo en su base en la línea del frente.

Tras la derrota de Hideyoshi en la Batalla de Sekigahara, el shogun, Tokugawa Ieyasu, consolidó su dominio sobre todo el país. Para mantener estrechamente vigilados a los daimios del oeste del país que seguían siendo fieles a Hideyoshi, Ieyasu les exigió que vivieran un año de cada dos, con sus criados y soldados, en Edo, la nueva capital (actual Tokio), en compañía de otros daimios de todo el país. Himeji era un punto estratégico en el camino San’yōdō, por el que debían pasar los daimios con sus séquitos para llegar a Edo desde el oeste. Tokugawa Ieyasu colocó en la región a su yerno, Ikeda Terumasa, para que vigilara a los daimios del oeste de Japón. Terumasa decidió de inmediato demoler el castillo de Hideyoshi, y dedicó los siguientes ocho años a construir el que lo reemplazaría. El nuevo castillo, diseñado para inspirar asombro y admiración, fue construido para la batalla, pese a su elegante apariencia.

Un pasaje a través del interior de un muro exterior del castillo, diseñado para la rápida movilización de soldados.

Acosado por espíritus vengativos, el torreón se inclina

El castillo de Himeji posee una extraña distribución. Se extiende entre dos colinas, Himeyama y Sagiyama, lo cual le proporciona prominencia y vistas despejadas del terreno circundante, bastante llano. A su alrededor se excavaron tres fosos como protección adicional. El foso interior, aún visible hoy día, rodea al castillo mismo. El segundo foso incluía las residencias de los samuráis, mientras que el pueblo vivía dentro del tercer foso. Pocos castillos eran diseñados para permitir que la gente normal viviera dentro de su recinto. Otros dos ejemplos son el castillo de Osaka y el de Odawara.

Justo después de terminarse la construcción del castillo se empezó a reumorear que el torreón principal se estaba inclinando hacia un lado. Se dice que el carpintero principal, consternado por la noticia, saltó hacia su muerte desde lo alto del castillo. Los cimientos continuaron cediendo, y la gente temía que aquello fuera obra de un espíritu atormentado. Esta situación continuó hasta la época moderna, en que se resolvió finalmente el problema mediante un enorme trabajo de restauración realizado entre 1956 y 1964.

El torreón principal del castillo se yergue sobre la colina Himeyama; las secciones Honmaru (recinto principal) y Ninomaru (segundo recinto) descienden desde este punto como una escalera. Ikeda Terumasa dejó inconclusa la sección Nishinomaru (recinto oeste), sobre la colina Sagiyama, pero su sucesor completó la construcción, y construyó también el palacio residencial Nishinomaru y la torre de vigilancia Keshō Yagura, que completan la totalidad del castillo.

El torreón principal del complejo del castillo tiene cinco fases diferentes, y cuenta con seis pisos y un sótano. Los tres torreones menores, al este, oeste y noroeste, están conectados al edificio principal mediante un sistema de pasillos y torres de vigilancia. El torreón principal sobresale por encima de un muro de piedra de quince metros de altura. El edificio mismo mide treinta y un metros más. La construcción entera se diseñó sobre dos gigantescas columnas de apoyo que se extienden desde el sótano hasta el piso superior.

El puente Sakuramon en la entrada principal del castillo.

Mecanismos de defensa disfrazados de detalles ornamentales

Uno de los aspectos más notables del castillo de Himeji es el modo en que se utilizaron una serie de métodos creativos para su defensa. Muchos inventos destinados a la defensa del castillo mismo no parecen sino detalles ornamentales. Los aguilones decorativos y los entramados de las ventanas, por ejemplo, escondían un espacio secreto lo suficientemente grande como para que un soldado pudiera ocultarse en él, y el sótano contaba con provisiones suficientes para aguantar un asedio, con zonas para cocinar e incluso letrinas.

También se hizo que el estratégico camino San’yōdō, que conectaba el este y el oeste de Japón y por el que debían viajar los daimios, pasara a través del complejo del castillo. Todos los viajeros debían cruzar sus enormes portones. La distancia desde la puerta Ōtemon en la sección San-no-maru hasta el torreón principal es de apenas dos kilómetros. Sin embargo, los viajeros se veían obligados a pasar por una compleja serie de giros, rodeos e incluso callejones sin salida que controlaban el flujo y el paso del tráfico; acceder al castillo no era tarea fácil. Además, el camino torcía en ángulo recto al pasar a través de cada una de las diez puertas existentes antes de llegar al castillo, estructura que facilitaba el ataque de posibles invasores desde los lados. La ruta también se hallaba flanqueada por muros de tierra aparentemente interminables que bloqueaban el ángulo de visión. Diminutas aberturas en las paredes permitían a los defensores disparar sobre los invasores, sin dejar a cambio ni un hueco abierto en las defensas del castillo.

Una obra maestra sin parangón en la construcción en madera

Lo que dota al castillo de Himeji de su característica forma son los aguilones decorativos y los aleros de sus muchos tejados. La manera en que han sido colocados en cada nivel y cada lado de los tejados los aguilones de diversas formas es uno de los aspectos más notables del aspecto externo de las construcciones del castillo. El uso tanto de ventanas katōmado con forma de campana como de ventanas con entramados rectilíneos dota de variedad al exterior de escayola blanca.

Las paredes occidentales del torreón principal reflejan los colores del sol poniente

Con la Restauración Meiji y la caída del shogunato feudal el castillo de Himeji pasó a ser propiedad privada y sus edificios fueron quedando en mal estado. En 1882 un incendio destruyó los edificios de la sección Bizen-maru, justo bajo el torreón principal. Por suerte el fuego se apagó solo y el torreón no sufrió daños. Este incidente impulsó a los habitantes de la zona a exigir que el castillo recibiera un mantimiento adecuado, y en 1912 se convirtió en parque municipal.

En 1931 el complejo del castillo fue designado Antiguo Tesoro Nacional, y se comenzó un gran trabajo de restauración. Estas obras se detuvieron cuando Japón entró en la Segunda Guerra Mundial. La ciudad de Himeji fue bombardeada dos veces, e incluso llegó a caer una bomba incendiaria sobre el propio castillo. Sin embargo la bomba no llegó a detonar y el castillo se salvó nuevamente.

En 1951 el castillo fue nuevamente designado Tesoro Nacional, y las obras de restauración se completaron en 1964. El castillo de Himeji fue designado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1993, por tratarse de “la culminación de la arquitectura japonesa en madera, [y poseer] excepcional valor universal”. En 2015 se terminó otra gran restauración de todo el complejo, con la que el castillo recobró su fantástico esplendor de antaño, haciendo las delicias de los turistas.

Localización:

Ciudad de Himeji, prefectura de Hyōgo

gina web:
http://www.city.himeji.lg.jp/guide/castle.html

Acceso:

A 20 minutos a pie desde la estación JR Himeji o la estación Sanyō Himeji; también se puede ir en autobús desde la parada Shinki Bus Terminal junto a la entrada norte de la estación JR Himeji, y bajar en la parada Otemon-mae.